junio 26, 2013

PARÁBOLA DEL AMOR



"Te moldearé", le dijo el hacha al pedazo de hierro

 mientras descendía con toda su fuerza sobre uno de sus costados.



Pero a cada golpe que le daba iba perdiendo su filo, hasta que después de un rato


 aquella herramienta no pudo más, había quedado completamente obtusa.


"Déjenmelo a mí", repuso el serrucho mientras clavaba sus dientes en el pedazo de


 hierro, los cuales fueron desapareciendo uno por uno.


"Yo me encargaré de modelarlo", profirió con arrogancia el martillo, mientras se


 burlaba de sus compañeros que habían fracasado. Pero después de varios golpes se

 le quebró el mango y se le desprendió la cabeza.



"¿Me permiten probar?, inquirió humildemente una pequeña llama. Los tres se rieron a 

carcajadas, pero se lo permitieron porque estaban convencidos de que también iba a 

fracasar. Sin embargo, aquella llamita cubrió el pedazo de hierro; no se desprendió de 

él, lo abrazó y lo abrazó hasta volverlo blando y darle la figura que quería.



Aquella pequeña llama logró lo que las otras tres poderosas herramientas


no pudieron alcanzar. Así es el amor.


Hay en el mundo corazones tan duros que pueden resistir los hachazos de la ira, los

 dientes del encono, y los golpes de orgullo y del rechazo, pero por más severo que sea

 el corazón de la persona, no podrá resistir los embates del amor; porque el amor es la

 fuerza más poderosa de este mundo.

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