julio 31, 2013

Plegaria de gratitud de Clarissa Pinkola Estés



Para todas las mujeres maduras y sagaces que están aprendiendo cuando es el momento justo para decir su verdad y no callar, o callar cuando el silencio es más fuerte que las palabras.

Para to
das las mujeres que están llegando a la madurez, que están aprendiendo a ser gentiles cuando sería más fácil ser crueles, que saben poder herir cuando la situación lo reclama con un corte neto y preciso, que se están ejercitando a decir toda la verdad con toda piedad.

Para todas aquellas que violan las convenciones y estrechan la mano de los extranjeros saludándolos como si los hubieran visto crecer y los conocieran desde siempre...

Para todas aquellas que están aprendiendo a sacudir los huesos, remover las aguas, y la cama, pero también a aplacar la tempestad.

Para aquellas que custodian el aceite de las lámparas, que mantienen la calma en la vida cotidiana...

Para aquellas que perpetúan los rituales, que recuerdan como encender el fuego con un simple hilo y un sílice...

Para aquellas que recitan las antiguas plegarias, que recuerdan los símbolos, las formas, las palabras, las melodías, las danzas, y aquello que los ritos, en otro tiempo, buscaban aplacar....

Para aquellas que bendicen con frecuencia y con gusto a los demás...

Para aquellas mujeres maduras que no tienen miedo, o que si lo tienen, deciden de todos modos accionar con determinación...

Por ellas... que tengan una larga vida, en fuerza y en salud desplegando todas las velas de su inmenso espíritu.

Clarissa Pinkola Estés

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julio 25, 2013

Los Órdenes de la Ayuda...-Bert Hellinger



Ayudar, qué significa?
Ayudar es un arte. Como todo arte, es necesario conocerlo, se lo puede
aprender y practicar.
La ayuda como compensación
Como seres humanos dependemos de la ayuda de otros. Solo así nos
podemos desarrollar. También necesitamos ayudar a otros. Quien no es
necesitado, quien no puede ayudar a otros, se aisla y atrofia. El ayudar
entonces, no solo sirve a los otros,sino a nosotros mismos. En regla general la
ayuda es recíproca, p.ej. en una pareja; y se regula según la necesidad de
compensación. Quien recibió de otros lo que desea o necesita, quiere retribuir,
es decir quiere dar y con este acto compensar la ayuda recibida.
A veces nos sentimos limitados en la compensación, por ejemplo frente a
nuestros padres. Lo que ellos nos regalaron, es demasiado grande, como para
poder encontrar una compensación en el dar. A ellos solo podemos darles el
reconocimiento por el regalo recibido y el agradecimiento desde el corazón. La
compensación solo se logra, dando a otros, los cuales a nosotros tampoco nos
pueden devolver, pero están dispuestos a pasar lo recibido, por ejemplo a los
propios hijos.
Para poder ayudar, primero tenemos que haber recibido y tomado. Solo
entonces sentimos la necesidad y la fuerza, de ayudar a otros, especialmente
cuando esta ayuda nos exige mucho. Esto presupone, que aquellos, a quienes
queremos ayudar y lo que estamos dispuestos y capaces de dar, lo necesiten y
quieran recibir. Si no, nuestra ayuda cae en el vacío. En este caso separa en
lugar de unir.
Primer orden de la ayuda
El primer orden de la ayuda sería que uno da solamente lo que tiene y
solo espera o toma, lo que necesita. El primer desorden de la ayuda comienza
allí, donde uno quiere dar lo que no tiene, y el otro quiere tomar, lo que no
necesita; o cuando uno espera y exige del otro, lo que éste no puede dar, pues
no lo tiene, pero también donde alguien no debe dar algo, pues con este darle
quitaría al otro algo, que solo él debe o puede llevar y puede o debe hacer. El
dar y el tomar tiene sus límites. El arte de ayudar consiste en percibir esos
límites y someterse a ellos.
Esta forma de ayuda es humilde, renuncia a la exigencia y también al
dolor. En las constelaciones familiares se muestra con qué se debe confrontartanto el que ayuda  como el que pide la ayuda, por ejemplo cuando el constelador renuncia a
la ayuda interrumpiendo la constelación. Tenemos que saber asimismo, que
esta humildad y esta renuncia contradicen las formas tradicionales de ayuda
verdadera, y el que ayuda de esta manera se expone a reproches y fuertes
ataques.
Elsegundo orden de la ayuda
La ayuda está alservicio de la supervivencia por un lado y del desarrollo y
del crecimiento. Pero tanto la supervivencia, el desarrollo y el crecimiento
dependen de circunstancias especiales, externas e internas. Muchas
circunstancias externas están predeterminadas y no son cambiables, por ej.
una enfermedad hereditaria o también consecuencias de acontecimientos y de
culpa. Si la ayuda no toma en cuenta estas circunstancias externas o las niega,
la ayuda está condenada al fracaso. Sucede lo mismo con los acontecimientos
de orden interno, por ej. la implicancia en el destino de otros en una familia y el
amor ciego.
Para muchos “ayudadores“ parece difícilsoportar el destino del otro y lo
quieren cambiar. Pero no porque el otro lo necesita o lo quiere, sino porque
ellos mismos lo aguantan con dificultad. Cuando el otro permite la ayuda, no es
porque lo necesita,sino porque le quiere ayudar al “ayudador“. Entonces este
ayudarse convierte en tomar y el recibir ayuda, en dar.
El segundo orden de la ayuda sería entonces, que se someta a las
circunstancias y solo interfiera apoyando, mientras éstas lo permitan. Esta
ayuda es cuidadosa y tiene fuerza.
El desorden sería cuando la ayuda niega u oculta las circunstancias, en
lugar de encararlas junto con quien está solicitando la ayuda.Querer ayudar en
contra de las circunstancias debilita a ambas partes, al que ayuda y al que
necesita la ayuda.
El tercer orden de la ayuda
Muchas personas que ayudan, p.ej. psicoterapeutas y trabajadores
sociales, piensan que deben ayudar como padres a sus hijos pequeños.
También aquellos que solicitan ayuda, esperan recibirla ayuda como de padres
a sus hijos, y asimismo recibir posteriormente de sus terapeutas, lo que aún
esperan y exigen de sus padres.
Pero qué sucede cuando los “ayudadores“ responden a estos deseos?
Ellos comienzan una larga relación con sus clientes, y se encontrarán en la misma situación que los padres; paso a paso le tienen que poner límites al
cliente.
Muchos “ayudadores“ quedan atrapados en la transferencia y contra
transferencia del hijo a los padres y de esta manera obstaculizan la despedida
de los padres, así como la de ellos mismos. Solamente en situaciones donde el
“ayudador“ lleva a cabo un movimiento interrumpido puede ponerse en el
lugar de uno de los padres.
El tercer orden de la ayuda sería entonces que un “ayudador“ se
enfrente a una persona adulta, que busca ayuda de manera adulta, y que
rechace ubicarse en la posición de sus padres.
El desorden aquí sería, permitirle a un adulto pedir ayuda como un niño,
tratarlo como un niño y decidir algo, por lo que él mismo debe tomar la
responsabilidad y encarar las consecuencias.
En este tercer orden de la ayuda es donde más profundamente se
diferencian las constelaciones familiares o los movimientos del alma de la
psicoterapia tradicional.
El cuarto orden de la ayuda
El “ayudador“ debe ver a la persona que pide ayuda como parte de un
sistema. Solamente de esta manera puede ver lo que necesita y a quién en la
familia le debe algo. Así también puede percibir quién en la familia necesita su
respeto y su ayuda, y a quién tiene que dirigirse el cliente, para reconocer y dar
los pasos decisivos.
Es decir que la empatía del “ayudador“ no tiene que ser personal, sino
tiene que ser sistémica. El “ayudador“ no debe establecer una relación personal con el
cliente.
El quinto orden de la ayuda
Las constelaciones familiares unen lo que antes estaba en oposición. En
este sentido están al servicio de la reconciliación, especialmente de la
reconciliación con los padres.
Solo puede estar al servicio de la reconciliación, quien puede dar en su
propia alma un lugar a aquello, que es conflictivo para el cliente o de lo que se
queja y lamenta. De esta manera el terapeuta se anticipa, a lo que el cliente
aún tiene que realizar.
El quinto orden de la ayuda sería entonces el amor hacia cada persona,
tal cual es, aún cuando sea muy distinta. De esta manera a le abro mi corazón . Lo que se reconcilia dentro de mi corazón, también puede reconciliarse en el sistema del cliente.
El desorden sería la indiferencia y el juicio sobre otros. El que verdaderamente ayuda, no juzga.
La percepción
A fin de poder actuar de acuerdo con los órdenes de la ayuda,se necesita
una percepción especial. Es importante no querer aplicarlos de manera
metódica y exacta. El que trata de hacer esto, piensa, en lugar de percibir.
Con la percepción me dirijo hacia una persona, sin querer algo en
especial. Esta percepción nace cuando estamos centrados, sin reflexiones, sin
intenciones.
La ayuda que nace de la percepción, por lo general es corta. Es concreta,
muestra el próximo paso,se retira rápidamente y permite al otro sentirse libre.
Es una ayuda como al pasar. Uno se encuentra, se da una indicación, y cada
uno sigue su camino. Se reconoce, cuándo la ayuda está indicada y cuándo la
ayuda daña, cuándo quita fuerzas en lugar de dar apoyo y cuándo la ayuda está
al servicio de aliviar la propia necesidad en lugar de la necesidad del otro. Y es
humilde. 

julio 11, 2013

ODA A LA MUJER IMPERFECTA


ODA A LA MUJER IMPERFECTA
Las mujeres imperfectas aman sus cuerpos, sus ciclos y lunas, con todas sus peculiaridades, tesoros y misterios. 

Las mujeres imperfectas muestran con orgullo y honor las arrugas y las cicatrices, porque son las marcas que las recuerdan que fueron, son y serán más grandes que el dolor.

Las mujeres imperfectas se atreven a soñar en voz alta, avanzan al mismo paso desde distintas esferas, crean un lienzo nuevo donde todos los colores son necesarios y aceptan sus errores como forma valiosa de aprendizaje.

Las mujeres imperfectas respetan toda forma de vida y exigen de la misma manera respeto y justicia por la suya.

Las mujeres imperfectas llevan raíces en sus pies, ancladas a la Madre Tierra. Llevan en sus pasos a sus ancestras, hermanas, hijas y nietas. Bailan alrededor de las hogueras para mantener viva la llama de todas las mujeres que fueron quemadas en ellas por ser más imperfectas “de la cuenta”.


Las mujeres imperfectas celebran el inmenso regalo que les ha dado la vida al ser mujeres, gozan de su sexualidad y defienden el derecho vital de ser dueñas de sus cuerpos y sus vidas.

Las mujeres imperfectas se honran unas a otras, se dan la mano y el hombro, celebran los éxitos de las demás como si fueran suyos y lloran la lágrima de las demás como si las hirieran a ellas mismas.

Las mujeres imperfectas se rodean de hombres imperfectos, hombres sensibles, amorosos y despiertos que caminan al mismo paso, en el mismo sendero.

Las mujeres imperfectas aprenden a sentir la menstruación como un don que las convierte en dadoras de vida, como una poderosa apertura a otros mundos. Comprenden el dolor menstrual como un dolor muy antiguo de las mujeres que las precedieron por muchas generaciones y que supone la reconciliación con su útero y el útero de la madre tierra. Las mujeres imperfectas comienzan a recordar que su sangre no es basura, su sangre es sagrada y trae consigo la alquimia de la vida.

Las mujeres imperfectas levantan la voz por la femineidad muda en justicia y en derechos, por los sueños mutilados, las manos atadas por la Historia y la boca sellada por la tiranía; porque el silencio sometido contiene el grito de todas las mujeres y el grito de una sola mujer contiene el eco de todos los cantos, el cielo de todos los vuelos, la simiente de todas las flores.

En sus vientres traen un canto antiguo y una esperanza gestante. Vienen pariendo estrellas a este tiempo tan hambriento de luz.

Las mujeres imperfectas dicen bien alto que no tienen miedo, caminan sin temor y sin amnesia por un mundo lleno de miedo a las mujeres sin miedo.

Las mujeres imperfectas no son propiedad de nadie más que de sí mismas, no forman parte del masculino genérico, ni son costilla de nadie, ni objeto de deseo, ni son invisibles. Son mujeres y quieren ser nombradas como tal.

Las mujeres imperfectas son increíblemente perfectas cuando se atreven a ser imperfectas, cuando se atreven a ser quien las dé la gana ser, cuando se atreven a ser, sin más ni menos, a ser.

Las mujeres imperfectas comienzan a sentir la llamada, a reencontrarse con otras mujeres imperfectas donde se recuerdan todo aquello que el alma no debe olvidar.
Se recuerdan que no están solas, que nunca lo estuvieron; que nunca lo estarán.

Porque ser imperfectas las hace únicas, ser imperfectas las hace, al mundo, a ellos y a ellas, LIBRES.

Fuente: Ada Luz Márquez