mayo 23, 2014

Cuerpo y Alma


A veces, las necesidades neuróticas de nuestro ego hacen que trotemos por la vida queriendo acelerar los acontecimientos. Son el estrés, las exigencias, la impaciencia, las prisas y el atropello los que atacan a nuestra salud. Mucho más equilibrado sería avanzar al ritmo de nuestro “sabio interior” que es el que nos avisa, en forma de mensajes-síntomas o sincronicidades, para que nos detengamos un poco. Lo mejor es que el cuerpo y el alma caminen al mismo paso, porque sólo así  realmente logramos llegar a nuestras metas.
Cuentan que:
Un expedicionario europeo fue a América Central. Tenía que hacer una larga caminata y llevar una gran cantidad de paquetes hasta un pueblo escondido entre las montañas, por lo que contrató a varios indígenas para que le sirvieran de cargadores.
Luego de dos días de ardua y atropellada caminata, los cargadores indígenas se sentaron a la vera del camino y no quisieron moverse más. En silencio no respondieron a ninguna orden ni preguntas. No avanzaron.
Pasaron veinticuatro horas y al amanecer, raudos y muy despiertos tomaron los bultos nuevamente entre sus hombros y se dispusieron a seguir la ruta.
Cuando el europeo insistió que le explicaran ese cambio de conducta, el jefe indígena respondió:
-Tuvimos que esperar las veinticuatro horas, porque con tanto apuro por llegar, nos habíamos olvidado que nuestros cuerpos avanzaban más rápido que nuestras almas. Éstas se habían quedado atrasadas. Y tuvimos que esperarlas hasta que llegaran para continuar el camino juntos.
Alejandro Jodorowsky

mayo 06, 2014

Mirando dentro



"Lo que más nos irrita de los demás es aquello que puede conducirnos a un mejor entendimiento de nosotros mismos." 

Carl G. Jung