mayo 13, 2013

El dolor


Cuanto más nos sentamos o acomodamos sobre el dolor, es más difícil permitir la curación. Luego ni siquiera sabemos de dónde viene, solo nos sentimos deprimidos, tristes, en un pozo de dolor pero no logramos ver la punta del ovillo. Casi pareciera como que es parte nuestra o de la forma en la que vemos el mundo.
Lo importante es saber de dónde viene el dolor y procesarlo. Reconocerlo y trabajar en el. Cuanto más nos sentimos identificados con el dolor lo hacemos parte importante de nuestra vida y se nos dificulta verlo y procesarlo, lo tomamos como parte de quienes somos.  Cuando en realidad esto no es así, con el solo hecho de identificarlo y verlo cara a cara damos el primer paso para comenzar a trabajar en la sanación.
Cuando ahondamos en estos temas a veces sentimos resistencia, porque desde nuestra “zona de confort” nuestra vida pareciera estar en orden.  No es sencillo desenterrar el pasado a menos que nos veamos sumamente afectados por el en nuestro presente.
Si somos valientes y proactivos podemos salvarnos de mucho sufrimiento en el futuro y liberar esa energía de dolor. Reconocer y honrar el dolor, mover nuestra conciencia hacia él. Podemos reconocer de que esta hecho el dolor; miedo al abandono, abuso infantil, ira por maltrato… El reconocer el dolor, ir profundo en él y verlo de frente nos ayuda a liberarlo y poder dejar de vivir nuestra vida desde ese lugar.
Estamos en momentos de cambios, de confrontación con nosotros mismos, esa dualidad que sentimos, temas no resueltos, y siempre está la oportunidad de ver, sanar y vivir desde el bienestar que implica la aceptación de quienes somos.

Sandra Guerrieri

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