Ese día había llovido cuando el joven llegó a la casa del maestro. El joven se quitó los zapatos y dejó el paraguas antes de entrar en la habitación. Se inclinó ante el maestro y le dijo que le gustaría convertirse en su discípulo.
El maestro sonrió, pero no dijo ni una palabra.
El joven, un poco incomodado por el silencio, le dijo que había estudiado mucho. Que pensaba que estaba llamado a convertirse en uno de los “iluminados”
El maestro le preguntó: ¿sabes a qué lado de la puerta has dejado el paraguas y a qué lado de la puerta has dejado los zapatos?
N-n-no, tartamudeó el joven, desconcertado. ¿Por qué?
El maestro le respondió de forma muy calmada: “¿Buscas la CONSCIENCIAy ni siquiera sabes dónde has dejado los zapatos y el paraguas?
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