enero 26, 2013

NO TE IDENTIFIQUES CON TUS PENSAMIENTOS


En muchas tradiciones orientales, se llega al sabio mediante la práctica de la meditación. Los meditadores pasan los primeros años de su práctica sentados en un cojín y observando la locura de la mente, como una mala película que se repite una y otra vez. Cuando me siento a meditar por la mañana y en lo único que puedo concentrarme es en mi espalda dolorida, dejo que mi mente permanezca ahí. Si intento obligarla a que vuelva a centrarse en la respiración, sé que no va a funcionar. Lo que hago es identificarme con el sabio, que lo observa todo y sonríe ante la estupidez de la vida. Como no hay ningún conflicto, la mente se disuelve de manera progresiva. La espalda me puede seguir doliendo, pero no me identifico con ella, y no me hace sufrir. Los pensamientos siguen apareciendo y desapareciendo, pero mi atención reside en el cielo despejado que es el sabio.
Cuando quiero encontrar al sabio, me hago estas simples preguntas: «¿De quién es esa espalda dolorida?» y: «¿Quién es el que está haciendo la pregunta?». Y allí está, el sabio. Puedes usar esta indagación con cualquier cosa que hagas. Puedes preguntar: «¿Quién está sentado aquí meditando?» o: «¿Quién está leyendo este libro?». Y luego, «¿Quién está haciendo la pregunta?». La respuesta final siempre es el sabio.
Una vez encuentres al sabio, él te mostrará cómo todo lo que consideras real no es más que una proyección. El mundo es una pantalla de cine, y lo que aparece en ella es tu sueño o tu pesadilla. El sabio está sentado en una cómoda silla contemplando cómo se desarrolla el drama. A veces se
levanta para tomar una taza de té, consciente de que la película seguirá cuando regrese. La pregunta que surge es cómo el sabio puede ser tan tonto para pensar que él es la trama que se está desarrollando en la pantalla.
¿Te has quedado alguna vez tan absorto leyendo un libro que has perdido el sentido del tiempo y comenzado a sentir las vidas de los personajes de esa obra? ¿Has visto alguna vez una película que te haya hecho llorar o que te haya asustado tanto que tuviste pesadillas durante varios días? Pues bien, la película creada por la sociedad nos ha producido un trance semejante, y creemos que lo que estamos viendo es real. Pero el sabio puede cambiar lo que aparece en la pantalla —de hecho, él es el único capaz de hacerlo.
El sabio lo arregla todo interiormente, asignándole nuevos papeles a los actores, cambiando la bobina o apagando del todo el proyector. En lugar de intentar cambiar las cosas en el nivel físico, él encuentra una solución espiritual para cada problema, no importa lo difícil que sea.

Las Cuatro Revelaciones

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