LA ACEPTACIÓN...“la experiencia no es lo que le sucede al hombre, es lo que el hombre hace con lo que le sucede”.

La  aceptación es la llave que abre la puerta de tu transformación, del  cambio que deseas en ti, de tu libertad. Es la llave de tu progreso, de  tu desarrollo como persona. “Contra lo que te resistes persiste, lo que  aceptas, se diluye”.
es importante aceptar el pasado y hacer las paces con él. Aceptar y soltar. Aceptar lo  ocurrido y dejarlo marchar. El pasado no puede ser modificado, ni con  oraciones, ni con maldiciones, ni con arrepentimientos. Es en ese  momento en el que toca aceptar el destino absolutamente, sin mirar  atrás. No hay otro modo en el que puedas ser libre. No hacerlo así es  vivir esclavo de tu pasado. A veces he conocido a personas a las que les  ha ocurrido algo terrible en su vida (algo que desde luego desearía que  no me ocurriera a mí) y me he preguntado que ha sido peor, si lo que  les ocurrió o como se han quedado enganchadas en eso, en la lamentación,  en la culpabilidad, en el rencor… (en la no aceptación), viviendo  esclavas de ese hecho pasado el resto de sus vidas.
Dos de los  pilares de la visión de Milton Erickson sobre la psicoterapia y, más  allá, yo diría que sobre la vida misma, fueron la aceptación y la  utilización. Erickson aceptaba lo que ocurría en su vida y lo utilizaba  para seguir creciendo, para continuar desarrollándose como persona.  Erickson tuvo serios problemas de salud a lo largo de su vida que aceptó  y utilizó para construirse como un ser humano más fuerte, más pleno. No  estoy diciendo que sea fácil. Me temo que ese es el arte del vivir.  Como decía Aldous Huxley, “la experiencia no es lo que le sucede al  hombre, es lo que el hombre hace con lo que le sucede”.
Como  también hemos visto, la aceptación es también lo que te permite  desarrollar la fundamental emoción del apego seguro, la sensación de  pertenencia al grupo, a la familia. Ello te permite después, cuando  dejas de ser niño, individualizarte como persona en la confianza de que  puedes ser distinto y, al mismo tiempo, seguir perteneciendo al grupo, a  la familia. Educar a los hijos no es tarea fácil. Tener como prioridad  aceptar a la persona (al niño) y, desde ahí, trabajar sobre la tarea  (educar), te puede dar una mayor flexibilidad y eficacia a la hora de  lidiar con sus problemas. También hemos visto algunas anécdotas en las  que “curiosamente”, cuando la madre aceptaba el “síntoma” de la hija era  también cuando comenzaba su transformación. La aceptación, el amor, es  sanador en sí mismo.
¿Cuántos de vosotros no habéis sentido  alguna vez no ser lo suficientemente buenos? ¿Cuántos consideráis que  habéis recibido de vuestro padre o madre una aceptación incondicional  tal que os ha permitido sentir ese fundamental apego seguro plenamente,  sin fisuras? Quizá no muchos levanten la mano… Es como aquel niño que  contesta a la pregunta del padre “¿qué crees tú que has de hacer para  que yo te quiera?”, diciendo: “sacar buenas notas, comerme toda la  comida del plato…”. Ah, amigo, eso es amor construído sobre resultados y  eso no es lo que quieres oír… Lo que te gustaría escuchar es que te  quieren por ti mismo, sin más. Lo que desearías oír es lo que el padre  de la historia le contesta a su hijo: Equivocado —replicó el padre,  mientras miraba a su hijo con ternura y David quedaba sumido en un  silencio lleno de desconcierto—. Simplemente, inhala y exhala, hijo. Eso  es todo.
Y el caso es que… No sé si alguna vez has visitado la  UCI pediátrica de un hospital y visto la cara de los padres que se  pasean por allí pero yo juraría que por muchas trastadas que hayan hecho  sus hijos antes del ingreso hospitalario, si les preguntas a esos  padres en ese momento… que necesita hacer su hijo para hacerles felices,  estoy convencida que te dirían, como el padre de David: Simplemente,  inhalar y exhalar. Eso es todo.
Así que quizá puedas reflexionar  sobre la cara que hubieran puesto tus padres si te hubieran visto en la  UCI pediátrica. Si eres creyente, recordar que “Jesucristo te quiere tal  y como eres.” Decidir, como adulto, apadrinarte y aceptarte a ti mismo.  Elegir, vista su importancia, aceptar a los demás. Aprender de tu  respuesta interior cuando encuentres interferencias para aceptarlos…
No  podrás cambiar aquellas partes de ti que quieres cambiar, si antes no  las aceptas amorosamente, apadrinándolas. Puedes aceptarte a ti mismo, a  pesar del problema, a pesar de tus defectos, a pesar de tus errores.  Einstein decía que se equivocaba en un 50 % de las ocasiones y ¡era  Einstein! Todos cometemos errores. De hecho, la vida es un camino de  aprendizaje y el método usual de aprender es el de  prueba-error-corrección. Tanto es así que creo que deberíamos hablar de  exploración-resultado-avance. La perfección no existe. No existe ser  humano perfecto. Recuerdo haber escuchado a Gustavo Bertolotto preguntar  a sus alumnos si preferían ser completos o ser perfectos…
La  aceptación del problema y la aceptación de ti mismo a pesar del problema  es la llave de la transformación, del cambio. No cedas tu centro al  problema. Aunque estés pasando por un mal momento, siempre existe la  posibilidad de que puedas retornar a tu centro y desde allí mirar y ver  la situación con otros ojos, con más claridad. Observar la situación con  curiosidad y pregúntate como puedes apadrinar y utilizar eso,  respetuosamente, para ir más allá y seguir creciendo, continuar  desarrollándote como persona. Pensar sobre la intención positiva de tu  conducta y de la de los demás (seguramente, cubrir una necesidad…),  explorar la oportunidad que se esconde tras una crisis… perdonar los  errores propios y ajenos y agradecer los dones propios y regalos  recibidos de los demás, agradecer también a la vida el haber llegado  hasta aquí. Como dice mi colega Luis Bueno, el perdón y el  agradecimiento son buenos complementos de la aceptación…
 
 
 
          
      
 
  
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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