Un hombre estaba sentado en una piedra, contemplando su hogar desde lejos. Una gran preocupación se reflejaba en su cara y, seguramente por ella, no percibió al caminante que se aproximaba.
— ¿Qué te preocupa tanto? — le preguntó el recién llegado.
— Una serpiente entró en mi cabaña. Su presencia me aterra y estoy aqui sentado, esperando que se marche. ... — ¿Y cómo puedo ayudarte?
— Mata tú a la serpiente y te daré una moneda.
El caminante entró en la cabaña y salió al poco rato con la serpiente viva en una bolsa. El hombre se asustó y le pidió que le explicara por qué no le había dado muerte.
— Matar a la serpiente no va a hacer que le pierdas el miedo.
El extraño ni siquiera pidió la moneda a cambio de su trabajo y continuó su camino, llevando consigo al reptil.
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