Te preguntas que haces aquí, en este mundo en medio de toda esta gente. No entiendes tanta maldad, tanta locura ciega y no soportas tanta injusticia. Desde pequeñ@ nunca has encajado y has pensado que tú eras el raro/a. Los golpes te han lesionado y tantas dificultades hacen que huyas mentalmente hacia el mundo que anhelas. En el fondo es como si fueras de otro planeta y estuvieras aquí sin haber conseguido aterrizar completamente.
Un buen día despiertas, empiezas a entender las cosas y a encajar las piezas del puzzle. Resulta que no eres tan rar@, y que tu mundo imaginario es mucho más real de lo que creías.
La conciencia duele, parece más fácil vivir sin ver, aunque al final tenga consecuencias. No soportas las respuestas oscuras programadas por la hipnosis masiva, y el hecho de que no se den cuenta de lo que para ti es evidente. No soportas esa ignorancia y esa maldad; y tampoco esas conversaciones banales. ¿Por qué no se dan cuenta de cual es la causa de sus enfermedades? ¿Por qué no se dan cuenta del motivo de sus accidentes?
Pero luego resulta que conoces más personas que son como tú, del estilo, y aun duele más. Duele por qué ves también el mal, o la ignorancia ingenua, en los que deberían abrir el camino igual que tu mismo. Y también duele por qué te das cuenta de que no sabes nada, y de cuantas limitaciones y programación mental llevas implantada. Y además, resulta que tú tampoco eres tan buen@ como creías. Y no ves tan bien como crees, aunque veas diferente a la mayoría.
Aquí empieza la gran prueba de fe y humildad. ¿Estás dispuest@ a limpiarte? ¿A reconocer que aunque sabes cosas en realidad no sabes? ¿Te atreverás a jugar el rol que te corresponde? ¿Te atreverás a destacar por encima del rebaño? ¿Aceptarás las pruebas (en realidad la formación “técnica”) de tu camino? ¿Podrás estar años apostando en lo que crees y sientes? ¿Aprenderás a distinguir entre luz y oscuridad? ¿Esquivarás las redes de los falsos profetas? ¿Serás capaz de reconocer tu oscuridad, aceptarla y cambiar lo que tengas que cambiar? ¿Aceptarás la realidad tal y como es, sin inventártela según tu interés? ¿Confiarás en las señales? ¿Tendrás suficiente paciencia y fe? ¿Podrás mantener el corazón abierto cuando recibas ataques oscuros? ¿Podrás mantener la fe y el amor? ¿Evitarás ser un@ de los caídos cambiados de bando? ¿Tendrás la humildad de ser consciente de ser simplemente un canal? ¿Sabrás reconocer y valorar en los demás seres sus grandes virtudes? ¿Cuándo seas golpead@ fuertemente serás capaz de no renegar de la luz? ¿Estarás dispuesto a ir a por todas, pase lo que pase, con las consecuencias que tenga? ¿Sabrás entender verdaderamente los mensajes, trasladarlos y adaptarlos a la realidad terrestre? ¿Superarás tus propias limitaciones personales yendo más allá?
El camino de luz no tiene recompensas “rápidas”, no eres aplaudido por la gran masa, debes nadar contra muchas opiniones y influencias, y la soledad de no ser entendido puede dolerte mucho. Cada uno tiene su nivel, y su pacto, y no todos lo tienen tan difícil como otros; incluso hay quien lo tiene fácil. La conciencia duele y la desesperación puede aparecer; pero ahí está la fe y la paciencia, y hacer las cosas bien, con los pies en el suelo.
Es mucha la intoxicación y la distracción que se recibe. Salir de ahí y ser un guerrero de luz consciente, con todo su potencial despierto y desarrollado es nuestra gran prueba de fe, de humildad y de amor, a nosotros mismos y a los demás.
Hasta ahora todo era preparación y experimentación, pero ahora esto ya va realmente en serio. No conocemos el futuro, pero sí el presente, y es en este en el que hay que trabajar y sembrar.
Son esos grandes momentos de gozo y alegría, esas grandes conexiones y regalos recibidos, y esa sincronicidad lo que te va demostrando que estás siguiendo el camino; y lo que te mantiene viv@, activ2 y con fe.
Esto no es el jardín “happy flower” que deseamos, es más crudo de lo que habíamos imaginado, pero es lo que es, y cuando antes lo aceptemos mejor. No es necesaria la destrucción para una regeneración y renacimiento, con transformación consciente es más que suficiente.
Con todo mi sentimiento, en un momento de dejar partir el dolor y de dar entrada al amor, dejo atrás los clavos y me agarro a la luz del sol. Hoy empieza un nuevo día, en que en la cima de la montaña gozo de las vistas y abrazo el camino recorrido. Y me dispongo a continuar, todavía hay que andar más y llegar más arriba. Y acepto lo que venga, aunque puede que por el camino no me guste lo que me toque vivir y hacer, y además pueda equivocarme, sé que al final servirá para llegar a mi destino. La luz es para compartirla y expandirla, y eso es nuestro cometido. La paz es nuestro destino, y no hay nada más grande que sentirla en tu camino. Por eso hoy empieza un nuevo día, nada volverá a ser igual, hasta el fin de mi camino, asumo y acepto mi destino.
Escrito por Carles Gallego en un momento de paz
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