Guardar resentimientos hacia alguien es tan irracional como intentar matar a una persona poniendo veneno en su vaso para después bebérnoslo.
-Autor desconocido
Liberándonos de nuestros resentimientos
Cuando sentimos resentimiento hacia otras personas, nos hacemos daño emocionalmente. Hace varios años rompí con mi novio. Me sentía enfadada con él y no soportaba verlo. Podía escuchar el resentimiento en mi propia voz cada vez que hablaba de él. Así estuve durante seis meses. Empecé a sentir una necesidad enorme de tranquilidad y alivio. Una amiga me sugirió que quedara con él y le expresara mi pesar por cómo había actuado yo en la relación. Sugirió que si me responsabilizaba yo por lo que yo había hecho sería capaz de soltar mi resentimiento. Me pareció una idea rocambolesca pero estaba desesperada por encontrar alivio así que lo intenté. Lo invité a tomar un té. Le dije que me sentía decepcionada porque me había dado cuenta que no había sido del todo honesta en nuestra relación y que también me había mostrado impaciente y poco capaz de perdonar. El encuentro duró apenas diez minutos. Me dio las gracias y nos abrazamos cuando nos despedimos. Me sentí sorprendidísima de lo fácil que fue. Lo vi un par de semanas más tarde y no sentí ni pizca de resentimiento. Le sonreí y le dije adiós con la mano. Unas horas después me di cuenta de lo importante que ese momento había sido. Parece raro pero cuando nos hacemos cargo de lo nuestro con relación a situaciones incómodas podemos liberarnos del dolor. Suelto el dolor porque ello me sana
a mí. Me hago cargo de mi parte cuando lamento aspectos de mi comportamiento porque ello me sana a mí.
No se trata de regañarnos sino simplemente de honestidad. Esta honestidad puede ser fuente de mucho bienestar y sanación.
Hoy, piensa en qué resentimientos albergas y considera si te sientes con la capacidad y disposición de hacerte cargo de tu parte en estas situaciones con el objeto de contribuir a tu propio bienestar.
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