Algunas personas sienten el llamado para seguir a ciertos gurús. Otros advierten en contra de lo mismo, etiquetando a todos los gurús como 'fraudes' y 'charlatanes' e 'hipócritas avaros'.
Yo fui muy 'anti-gurú' por muchos años. Creía que todos los gurús eran unos mentirosos, tramposos, sentados en sus tronos nada terrenales, pretendiendo ser perfectos, acumulando efectivo o amasando seguidores ingenuos. ¿Cómo podría confiar en alguno de ellos?
Debajo de mi rechazo hacia los gurús se encontraba mi ferviente deseo de una verdad de primera mano, una negativa a confiar en cualquier autoridad que no fuera la verdad misma, un deseo de honrar mi experiencia de primera mano. Mi rechazo hacia los gurús no era falto de inteligencia, sino más bien una especie de intolerancia bastante crítica.
Había algo aún no resuelto dentro de mí, y por eso tenía que juzgar - e incluso atacar - a 'otros' a quienes yo había etiquetado como 'gurús'. Mi rechazo hacia los gurús tenía algo que ver con un problema de autoridad externa, con un deseo de no querer que alguien me dijera qué hacer o cómo vivir, con una especie de miedo de que el gurú tuviera razón y que yo tuviera que cambiar, o renunciar a mi propia autoridad. Lo que yo rechazaba en otros era lo que estaba rechazando de mí mismo, por supuesto. Mi guerra interna se había convertido en una guerra externa.Esa paliza hacia los gurús era tan sólo otra ingeniosa distracción, un camino que me permitía evitar mi propio dolor y anhelar el descanso, la paz, mi Hogar.
No podía ver que mi posición 'anti-gurú' me convertía en el mayor de todos los gurús. Me había convertido justamente en aquello que pretendía odiar. ¿No es así siempre?
Hoy en día, no soy ni pro ni anti-gurú, para nada. Algunos son atraídos hacia gurús humanos, otros no. Algunos son llamados a la India, otros se quedan en Peckham. Otros ven a su gurú en cualquier lugar - en cada planta, animal, mineral, en cada pensamiento, en cada sentimiento. Algunos ni siquiera utilizan la palabra gurú. Hay espacio para todo esto. No podemos saber qué es lo mejor para cada quien.
Yo sé, sin duda alguna, que la vida misma ha sido mi más grande gurú. El dolor ha sido mi gurú. La alegría ha sido mi gurú. La angustia más profunda ha sido mi gurú. Cada relación me ha enseñado. Cada muerte ha destrozado mi corazón y lo ha abierto aún más. Cada momento me ha transmitido la enseñanza.
En mi propia experiencia, el gurú no fue encontrado ni en libros, ni en el ashram en la India, fue encontrado en-todas-partes.
Amigos, gurús, discípulos, amantes, estudiantes, maestros, extraños en el autobús Número 23, todos somos parte de este juego divino en donde cada uno recibimos exactamente lo que necesitamos, no siempre lo que deseamos, pero siempre lo que vemos, y todos somos acogidos en los brazos del Amado, sin excepción.
Llámame gurú, llámame no-gurú, llámame fraude, amigo, narcisista, jodido lío, ignora por completo mi canción... sinceramente no me importa.
Te amo, y amo esta vida perfectamente partida y abierta en donde nuestras conclusiones no dejan de estallar como estrellas moribundas...
Jeff Foster
No hay comentarios:
Publicar un comentario