enero 14, 2014

Abuela 2.0.

Trabajan y tienen intereses propios, a veces son tan jóvenes que parecen madres, pero aún sin el delantal ni todo el tiempo del mundo, las nuevas abuelas pueden aportar riquezas diferentes a sus nietos. Y la misma devoción
Las abuelas 2.0, la nueva generación de súper mujeresAmpliar foto
Por: Sophia
Tengo 64 años y hace más de 20 que llevo adelante mi propia empresa de Merchandising. Trabajo de lunes a viernes y me gusta reunirme con mis amigas, leer, salir a comer y hacer gimnasia todas las mañanas. A pesar de mi edad, me siento joven y vital.”
La que habla es María Álvarez, abuela de Juana, Martín, y Lucía. Su caso es el vivo exponente de una generación de “nuevas abuelas” o Glam-mas, (abuelas glamorosas, como las bautizaron en Estados Unidos) que nada tienen que ver con sus pares del siglo pasado.
Tienen intereses propios y están lejos de abandonar el mercado laboral. Lucen jóvenes, se visten a la moda y muchas de ellas rechazan ser llamadas “abuelas”. Son mujeres que, sin duda, están dando que hablar. ¿Dónde quedó la imagen de las abuelitas inmemoriales, tiernas, dueñas de las tradiciones familiares que tejían frente a una chimenea y se hacían cargo de sus nietos?
“Durante mucho tiempo el concepto de abuelo fue sinónimo de vejez. Hoy las abuelas son mujeres productivas, administran sus tiempos y trabajan, ya sea por necesidad o por placer. Este cambio preponderante se ha dado sobre todo en las clases medias profesionales, donde la abuela suplía a la madre para cuidar a los nietos. Ahora, esa situación no se da tan fácilmente ya que estas abuelas ahora tampoco pueden quedarse con los chicos porque trabajan, no tienen tiempo, o simplemente porque no están dispuestas”, explica el doctor Roberto H. Losso, psicoanalista y coordinador del Departamento de Familia y Pareja de APA (Asociación Psicoanalítica Argentina).
Sin duda este fenómeno está produciendo cambios importantes en la estructura familiar tradicional. “Algunas madres incluso se sorprenden y pueden sentirse heridas cuando sus propias madres se niegan a pasar el día con sus nietos porque no quieren perderse la reunión con las amigas”, afirma Losso.
María Álvarez es una de ellas. “Nuestros hijos tienen que entender que nosotras también tenemos nuestra vida y no queremos dejarla de lado”, afirma. “Los chicos de hoy confunden el rol de abuela con el de niñera. Amo a mis nietos y disfruto muchísimo cuando los veo. Me gusta dialogar y jugar con ellos, pero ya no estoy para cambiar pañales ni para ordenar juguetes”, señala.
Para Losso estas nuevas abuelas “no son ni mejores ni peores: son diferentes. El hecho de que algunas abuelas sean activas y vitales no quiere decir que no conecten con sus nietos. En algunos casos hasta puede ser un factor de enriquecimiento muy grande para los propios chicos, que pueden encontrar en ellas otro modelo identificatorio además del de sus padres. En cambio, la mujer que se queda con sus nietos por obligación puede llegar a convertirse en la abuela desganada y cascarrabias a la que los chicos le huyen. El vínculo depende más de la calidad que de la cantidad de tiempo.”
Gloria Solari (ver foto), 53 años, fue abuela por primera vez hace uno. “El abuelazgo me agarró desde el lado del disfrute. Trabajo y tengo una vida propia, y aun así no pongo a Cruz, mi nieto, como última prioridad. Por suerte tengo un ritmo de trabajo que me permite organizarme para poder disfrutarlo”, comenta Gloria. “Más allá de nuestras ocupaciones, en esta etapa de la vida los abuelos estamos también para apoyar a nuestros hijos en la crianza aportándoles con respeto toda nuestra experiencia”, agrega.
Los expertos coinciden en que el potencial afectivo de una abuela va más allá del tiempo del que disponga, y que sigue cumpliendo un papel preponderante y casi irremplazable en el desarrollo de sus nietos. Hoy, como antes, las abuelas son la cara del cariño, de la ternura, de la complicidad y del amor incondicional.
Julia Poggi, abogada de 68 años y abuela, lo confirma con su experiencia. “Con Carlota, mi nieta de 11, tengo una relación increíble. Me encanta pasar tiempo con ella. Lamentablemente la veo los fines de semana porque vive a 200 kilómetros de la Capital Federal. Cuando estamos juntas leemos, vamos de compras y la aconsejo cuando tiene problemas en su casa o en el colegio. Más allá de la distancia, ella siente que puede confiar en mí, me cuenta cosas que no se anima a contarle a nadie. ¡Durante la semana hablamos por Skype!”.
La figura de estas nuevas súper-abuelas es imprescindible para las familias de hoy. Con el tiempo posible, y con un tesoro de nuevos estímulos, conocimientos y habilidades, ellas pueden desempeñar un papel esencial en la vida de sus nietos: el de amigas, confesoras, educadoras y, por qué no, modelos a seguir.
Sophia

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