mayo 16, 2011

La vulnerabilidad del niño y del adulto ......Por Marly Kuenerz


 
En el adulto, las estrategias defensivas hacen que rara vez se den nuevas grabaciones. Lo más común es que se revivan las anteriores, en una repetición interminable en que cambian de escenario los actores pero el guión sigue inalterado. Ya no se trata ni de mamá ni de papá, ni de los hermanos, ni de los primos, ni de los amigos del colegio, ni de los profesores, tíos, abuelos, sino de otros adultos que ocupan el papel de los personajes de la infancia. A veces, una simple palabra dispara una ira incontenible; palabra que tuvo un significado emocional importante en la infancia. O un gesto es sentido como un rechazo doloroso. Un tono de voz, un brillo especial de los ojos, una forma de reir o de expresarse, un exceso o un a falta de atención… hacen reaparecer una grabación infantil, levantando una emoción incontenible. ¿Porqué esa persona me cae bien y a aquella otra no la soporto? Simplemente, porque suscitan antiguas memorias dolorosas o placenteras. Así de sencillo y de poco original…
En la mente de los adultos también se dan nuevas grabaciones. Siempre que la mente analítica y protectora se desbarata y el escudo protector cae, dejando expuesta la película virgen de la mente, podrá grabarse información nueva. ¡Gracias a esto, también puede modificarse lo que está grabado! Cuando un imprevisto que deje a la persona “descolocada”, un susto o un shock emocional fuerte, la mente se queda desprotegida y expuesta a un nuevo registro. En momentos de mucho miedo, de mucha desprotección, la mente actúa igual que cuando fuimos niños. Esto ocurre al recibir noticias dramáticas, en momentos de alta peligrosidad para la vida, en accidentes, enfermedades o durante anestesias previas a intervenciones quirúrgicas. En una ocasión, hubo que practicar quirúrgica de urgencia a un paciente. Mientras la anestesiaban, en el quirófano, uno de los médicos exclamó: “Se nos muere”. Meses después, a esta misma persona hubo que practicarle una intervención sin importancia. Nada más entrar en la sala de operación, sufrió un ataque de pánico, gritando desesperada: “Me voy a morir…” ¡y tuvo que aplazarse la operación!
- Por Marly Kuenerz

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