Flores de Bach...personas y perros

De las terapias florales podríamos decir muchas cosas, bajo mi punto de vista su mayor logro radica en el foco de actuación. Ellas llegan allí donde la medicina convencional no lo consigue, las emociones.  Sin interferir con otros tratamientos y sin ningún tipo de efecto secundario destacable. Dicho esto voy a entrar en materia todo lo que mi experiencia me permita.    Los perros, como el resto de mamíferos, están dotados de sistema límbico. El encargado de gestionar las respuestas emocionales a estímulos y situaciones externas. Éste les permite percibir el mundo mucho más allá de lo que creíamos posible no hace tantos años. Y que entre otros aspectos nos limitaba en cuanto a convivir con ellos.   Me explicaré. Desde el momento en que el perro abre los ojos en el salón o en el jardín de nuestra casa, está viviendo situaciones que quedan fuera de su naturaleza. Situaciones que, distingamos o no, les despiertan una emoción con la correspondiente segregación de hormonas. En realidad, estamos hablando de un mecanismo habitual en todos los seres vivos, incluido el hombre. El estrés.   El conflicto llega cuando el perro y  el dueño no son capaces de  gestionar sus emociones ante tal subida de estrés y quedan atrapados en una, sea cual sea el estímulo que la motive. Es aquí donde encajan las flores.   Ellas movilizan esta emoción a través de su vibración energética. Para resumirlo un poco… Partimos de que el todo es materia, materia que vibra a una determinada frecuencia. Cuando dos organismos (recordemos que son materia) se acercan, sus campos vibracionales se acompasan, se complementan. De la misma manera que con un diapasón afinamos un piano, con las flores afinamos un organismo. O lo que es lo mismo, lo equilibramos emocionalmente.   Así que, y con esto concluyo, al plantearnos una terapia floral es conveniente analizar la relación entre perro y dueño. En un alto porcentaje de los casos, la base de este equilibrio emocional dependerá de tratarlos paralelamente.     BabylonDog