febrero 09, 2012

La Ley del desapego.


En el desapego se encuentra la sabiduría de la incertidumbre, en la sabiduría
de la incertidumbre se encuentra la libertad con respecto a nuestro pasado, con respecto a lo conocido, que es la cárcel del condicionamiento pasado.
Y nuestra disposición a adentrarnos en lo desconocido, el campo de todas
las posibilidades, nos sometemos a la mente creativa que dirige la danza del universo.
Esta Ley dice que para adquirir cualquier cosa en el universo físico es preciso renunciar al apego a esa misma cosa. Esto no quiere decir que abandonemos la intención de crear nuestro deseo. Abandonamos nuestro apego al resultado.
Esta acción es muy poderosa. En el momento en que renunciemos al apego al resultado, combinando la intención apuntada con el desapego simultáneamente, tendremos todo lo que deseamos.
El apego se basa en el miedo y en la inseguridad, y la necesidad de seguridad se basa en la falta de conocimiento de nuestro Yo verdadero.
La búsqueda de la seguridad es una ilusión. La solución a esta necesidad humana se encuentra en la sabiduría de la inseguridad o de la incertidumbre.
La búsqueda de la seguridad y de la certidumbre no es más que un apego a lo conocido y lo conocido no es más que la cárcel del condicionamiento pasado. La incertidumbre, por su parte, es el terreno fértil de la creatividad y la libertad puras, supone adentrarse en lo desconocido en cada momento de nuestra existencia. Lo desconocido es el campo de todas las posibilidades, siempre frescas, siempre nuevas, siempre abiertas a la creación de nuevas manifestaciones. Sin incertidumbre y sin lo desconocido, la vida no sería más que la repetición trillada de recuerdos gastados. Nos volvemos víctimas del pasado, y nuestro verdugo de hoy es el yo que nos queda en el ayer.
La fuente de la riqueza, de la abundancia, o de cualquier otra cosa en el mundo físico es el Yo. Todo lo demás son símbolos (automóviles, casas, billetes) transitorios que van y que vienen. Perseguir los símbolos es como conformarse con un plano en lugar del terreno verdadero. Así se genera angustia; acabamos sintiéndonos huecos y vacíos, porque cambiamos nuestro Yo por los símbolos de nuestro Yo.
El apego procede de la conciencia de pobreza, pues el apego siempre se dirige a los símbolos. El desapego es equivalente a la conciencia de riqueza, pues con el desapego existe la libertad para crear. Sólo con la participación desapegada podemos tener alegría y buen humor. De esta forma, los símbolos de la verdadera riqueza se crean espontáneamente y sin esfuerzo.
La verdadera conciencia de la riqueza es la capacidad de tener cualquier cosa que deseamos, en el momento en que la deseamos y con el mínimo esfuerzo
Aplicación práctica.
1. Hoy practicaré el despego. Intervendré en todo con participación desapegada.
2. Hoy viviré la incertidumbre. Cuanto más inciertas parezcan las cosas, más seguro me sentiré yo, pues la incertidumbre es el camino que me conduce a la libertad.
3. Me adentraré en el campo de todas las posibilidades y viviré toda la magia, misterio y alegría de la vida

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