En las sociedades occidentales solemos darle más protagonismo al cuerpo que a nuestra mente. Una tendencia que parece que está cambiando en los últimos años pero que todavía cuenta con una gran olvidada: nuestra alma. Zaira Leal estudió en profundidad varios estilos del yoga, además de tantra y ayurveda, la medicina tradicional de la India.
-Hablás de yoga físico, aunque dejás claro en tu libro Una fiesta para el alma (Urano) que el yoga va más allá de las posturas...
-El yoga es un camino espiritual, y lo que yo intento es hacer ver la universalidad del yoga. Hay muchas escuelas de yoga, pero la que yo sigo es una en la que lo que sucede en tu práctica es lo que también sucede en tu vida real. Hoy en día ya no podemos separar lo que hacés en la escuela de yoga de lo que hacés en tu casa o en la oficina. Se trata de que ambas cosas sean un continuo, ya que se supone que el yoga te lleva a un estado de comodidad continuado que podés vivir en cualquier circunstancia.
-¿Vivimos fragmentados?
-Sí. Un niño pequeño, hasta los tres o cuatro años, es un ser completamente feliz. No se comporta diferente con unos o con otros, simplemente, es. Está muy despierto por dentro y no tiene que crear ningún filtro ni ponerse ninguna máscara. Digamos que no empezó la manipulación con el entorno. Lo que sucede es que cuando empezamos a ser más independientes, la vida, a través de la sociedad y del influjo de la educación, hace que pensemos en nosotros como seres que tenemos diferentes aspectos separados. Se nos enseña mucho a pensar y se le da mucha importancia a lo que sucede en la mente, pero muy poca importancia a lo que sucede con el sentir.
-Cuando alguien nos pregunta qué tal estamos, difícilmente incluiremos el estado de nuestra alma en la respuesta. ¿Es la gran olvidada de la sociedad occidental?
-Es un tabú más. A la gente le da mucho miedo hablar del alma porque despierta todo un río de información y de experiencias que tenemos en relación a las tradiciones judío cristianas de nuestra cultura. El alma es una gran olvidada.
-¿Cómo la definirías?
-Si aceptamos que el universo es un continuo de energía, cada ser humano es una pequeña chispa; esa pequeña chispa es tu alma.
-Quizás la gente la identifica con cierto vacío existencial, más que con una chispita de energía del universo...
-El alma nunca está vacía, por lo que el vacío proviene de otra parte. El vacío puede provenir de necesidades que no fueron cubiertas o de experiencias que no hemos vivido completamente. El yoga ayuda porque, al trabajar con el cuerpo físico, se libera mucha energía y te llenás de la fuerza vital.
-¿Por qué nos cuesta tanto mantener una atención plena en lo que hacemos, y qué podemos practicar para lograrlo?
-Nos cuesta mucho, y la mayor parte del sufrimiento de la gente se debe a esto, nadie está presente. ¡Nunca nos enseñaron a estar presentes! Imaginate que estás sentado en tu mesa de cualquier manera. Simplemente, poné los pies en el suelo, alargá la columna y respirá profundamente...
-¿Sin pensar en nada?
-Dejá que tu atención vaya a la respiración y parate un momento. Con eso lograrás estar aquí.
-No somos muy dados a parar nuestra actividad para hacer lo que me acabás de describir...
-No lo hacemos nunca. Todos llevamos dentro nuestra propia agenda interior de historias y, la mayoría de veces, ni estamos en nosotros, ni en la otra persona. No sólo las relaciones humanas con otros son deficientes, también las relaciones con uno mismo.
-Vamos por otro problema recurrente: no solemos dejar de pensar generando, además, multitud de pensamientos negativos. ¿Cómo lo podemos trabajar?
-Primero con la autoobservación. Si no estás presente, con atención plena, es muy difícil encontrar un lugar desde donde mirar. Para darte cuenta de lo que estás pensando necesitás una perspectiva; al crear un estado de atención plena encontrás ese punto desde dónde mirar lo que está sucediendo en tu mente. Con que lo hagas dos o tres veces al día te vas a empezar a dar cuenta de cuál es tu propio patrón.
-No parece muy complicado...
-Tenemos miles de pensamientos al día, la mayoría negativos y muchos de ellos, repetitivos. El problema es que se nos enseñó que la meditación es poner la mente en blanco, y eso crea una lucha muy fuerte con vos mismo. En lugar de mirarnos a nosotros mismos desde la lucha, nos tenemos que sentar e intentar ver qué es lo que nos pasa por la mente.
-Si meditar no consiste en dejar la mente en blanco, ¿qué es?
-Es el estado de alerta plena, el estado de estar presente. Los pensamientos van a ir funcionando a una velocidad, pero cuando practicás el pararte, y tu cuerpo está equilibrado gracias a las posturas del yoga y a un estilo de vida que apoya tu salud integral, la mente irá moviéndose cada vez más despacio y se empezarán a generar espacios entre los pensamientos. No son espacios de vacío, son de una plenitud de experiencia vital increíble. La meditación es ser: podemos experimentarla sentados y con la mente en silencio o podemos hacerlo viendo un amanecer o estando con un ser amado.
-¿Tenemos que m
editar cada día?
-Absolutamente sí.
-¿La crisis económica tiene alguna influencia directa en el aumento de yoguis?
-La crisis económica es una consecuencia de una crisis moral. Toda época de crisis es un momento de increíbles posibilidades. Cuando hay una crisis es porque algo no funcionaba y porque hay un cambio. A los yoguis nos encantan los cambios, porque en la vida nada es estático: uno de los principios del yoga es que el universo está en constante transformación.
-¿Cada día tenemos que celebrar algo?
-Sí. Cada momento tenemos la oportunidad de encontrar algo que celebrar, incluso en los momentos difíciles. Algo sencillo: el estar aquí, una respiración, el conocer a una persona nueva...
Fuente: Albert Domènech - La Vanguardia
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